Sus vidas salen de la oscuridad tras años fundidas en negro. Guadalupe Iglesias y Carlos Martínez, los dos pacientes a los que el pasado diciembre implantaron un ojo biónico en la Clínica Barraquer de Barcelona, ya pueden distinguir siluetas, letras y movimientos e incluso reconocer a personas. Ambos se encuentran en los seis meses de entrenamiento fijados por los especialistas para educar su nueva forma de visión y están «ilusionados» por haber recuperado la luz en sus vidas de penumbra.
Para Guadalupe, el cambio ha sido, según afirma, «brutal». «Sobre todo cuando llevas tantos años sin ver nada», añade la paciente, que mantiene un estrecho contacto telefónico con Aurora Castillo, la primera mujer que se sometió a esta intervención en 2014 y que no pudo asistir a la rueda de prensa. «Es esperanzador e ilusionante ver cómo le ha ido a ella, todo lo que logra día a día», dice Guadalupe, quien se mostró optimista con su recuperación ya que piensa que podrá obtener mucha más independencia a partir de ahora.
El caso de Carlos es peculiar y también lo está siendo su recuperación, según explica el doctor Jeroni Nadal, coordinador adjunto del departamento de vítreo retina del centro y responsable de las intervenciones. Se trata del primer paciente sordo-ciego (padece Síndrome de Usher) de Europa y el segundo del mundo que recibe un implante de estas características.
«Es un paciente optimista y enérgico y eso ha sido muy bueno para la recuperación», asegura la doctora Verónica Pilotti, responsable del proceso de rehabilitación de estos pacientes. Ayer, Carlos expresaba ante la prensa su satisfacción por haberse operado. «Estoy muy contento de haberlo hecho», dijo y aprovechó para animar a otras personas que se encuentran en su situación a que pasen también por la experiencia. «No tenía nada que perder. Si iba mal, me quedaba como estaba», afirmó. Su inseparable traductora y amiga Andrea, que verbaliza desde hace años los gestos de Carlos, expresó también su emoción por el cambio experimentado por el paciente. «Me emociono al ver que es feliz», reconoció ante los periodistas.
Seis meses de entrenamiento
El proceso de rehabilitación para estos pacientes se basa en 10 sesiones que se espacian en un periodo de 6 meses. En ellas, seentrena al cerebro a volver a recibir estímulos visuales y en los que también «es importante la comunicación, la memoria y la imaginación», según explica la doctora Pilotti.
El cirujano Jeroni Nadal, por su parte, recuerda que pese a que esta «compleja intervención» supone un avance importante respecto a la visión anterior de estos pacientes, éstos no recuperan la visión total.«Podrán ir reconociendo luces, ver movimientos y contrastes e incluso ver la luz de la pantalla del televisor, aunque no podrán ver lo que emiten», precisó Nadal. «Es otra forma de visión y les entrenamos para que le saquen el máximo partido», dice el especialista. Avanza que no descarta que en un futuro cercano este tipo de intervenciones puedan ayudar a los pacientes adistinguir colores y puedan indicarse también a personas con Degeneración Macular. En estos momentos, la operación está indicada para personas con retinosis pigmentaria de edades comprendidas entre los 35 y los 70 años, lo que supone de 1.000 a 1.500 personas en España.
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El dispositivo Argus II
El dispositivo, denominado Argus II Retinal Prothesis System, fue desarrollado en 2006, aunque hubo un primer prototipo creado a principios del año 2000. Desde esa fecha, ha sido implantado en 190 personas con retinosis pigmentaria. Se trata de una patología congénita que afecta a unas 200.000 personas en todo el mundo. Por un defecto en uno de sus genes, los elementos de la visión encargados de captar la luz y transmitir esta señal al cerebro (conos y bastones) dejan de funcionar progresivamente, afectando primero a la visión periférica hasta causar progresivamente la ceguera parcial o completa.
El sistema funciona convirtiendo imágenes de vídeo capturadas por una cámara diminuta albergada en unas gafas -que deben llevar los pacientes el tiempo que quieran durante el día- y que son transmitidas mediante impulsos eléctricos a un chip con 60 electrodos que ha sido colocado quirúrgicamente en la superficie de la retina. Estos electrodos suplen la función de los conos y bastones y transmiten impulsos de las células de la retina al cerebro resultando en la activación de la percepción de luces a nivel cerebral. Los pacientesaprenden a interpretar estos patrones visuales ganando así alguna visión funcional.
Como explica Jeroni Nadal, cirujano de la intervención y coordinador del departamento de vítreo retina del centro, «el nervio óptico tiene que ser funcional porque el impulso va desde la retina al cerebro por este nervio, tal y como pasa en una visión normal, porque el ser humano ve con el cerebro, no con el ojo. Es un aprendizaje que se inicia desde el nacimiento hasta los siete años. Para llevar a cabo esta intervención, es imprescindible que los pacientes hayan visto antes, que tengan memoria de visión, para que el cerebro identifique el estímulo eléctrico».
Fuentes: imágenes y textos íntegros extraidos de abc.es; 20minutos.es; efe.es; elmundo.es.