- Científicos, afectados y autoridades coinciden en la necesidad de la simbiosis de todos para lograr avances en la búsqueda de una cura para las distrofias de retina
- La galardonada con el Premio Fundaluce, la doctora Elena Rodríguez, habla de ligera mejoría en algunos de los pacientes que participan en su ensayo clínico para frenar la Retinosis Pigmentaria, aunque advierte que es prematuro sacar conclusiones
Sentado en una discreta cuarta fila en el ala derecha del Hemiciclo de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia (UMU), el doctor Rodríguez liberaba la emoción contenida, deshacía el nudo de su garganta y lloraba a moco tendido. Apenas habían pasado unos minutos desde que su hija, la doctora María Elena Rodríguez González-Herrero, recogiera el premio nacional de investigación que otorga anualmente la Fundación Lucha contra la Ceguera (Fundaluce). Era el momento del descanso de la decimoséptima jornada que celebraba esta institución -nacida de la Federación de Asociaciones de Retinosis Pigmentaria de España (Farpe)- y el médico ya jubilado optó por seguir en su butaca. Los asientos a su alrededor se habían despejado casi por completo y el doctor Rodríguez saboreaba en solitario esas lágrimas, que dejaban brotar el tremendo orgullo que sentía porque la que un día fue su pequeña María Elena no sólo había seguido sus pasos, sino que se había convertido en un referente internacional con un proyecto que persigue nada menos que evitar la condena a la oscuridad para millones de personas a las que la Retinosis Pigmentaria lleva progresivamente a la ceguera.
La galardonada se percató de que su padre permanecía sentado solo y emocionado durante ese descanso y se acercó a él: “Toma, cariño”, le dijo antes de darle un beso y de entregarle la bolsa en la que había guardado el premio, un gesto que expresaba que parte importante de esa distinción también era de él. Después, la doctora dio media vuelta y regresó a los corrillos para seguir conversando con colegas y afectados.
La consejera de Sanidad del Gobierno murciano, Encarna Guillén, volvió a interrumpir la soledad del doctor Rodríguez. Se acercó a él y, tras estrecharle la mano, le dio la enhorabuena. “Le felicito, que un hijo consiga estos logros dice mucho de la educación que le han dado sus padres”, le dijo. El médico le correspondió con gratitud: “Mucha suerte en el cargo”, le deseó, consciente de la responsabilidad de la dirigente política en un puesto tan sensible en el que apenas lleva cien días.
Encarna Guillén presidió las XVII Jornadas Fundaluce celebradas el viernes en Murcia, acompañada por el rector de la UMU, José Orihuela; el presidente de Farpe, Germán López; la vicepresidenta segunda de la ONCE, Patricia Sanz; la presidenta de la Sociedad Murciana de Oftalmología, María Paz Villegas; y el presidente de la asociación anfitriona de afectados de la retina de Murcia Retimur, David Sánchez, a quien todos reconocieron el esfuerzo y el éxito en la organización del evento. David lleva años tirando de forma desinteresada para que la asociación que surgió en la Región hace 25 años crezca y cobre peso. Su empeño y su completa entrega ha ido acompañada de algunas decepciones por el camino, pero también de grandes momentos como el de la celebración por primera vez el viernes de las Jornadas Fundaluce en Murcia, después de 17 ediciones. Y es que el presidente de Retimur pone tanto entusiasmo en lo que hace que hasta el responsable de Relaciones Públicas de Farpe, Albert Español, que no ve con los ojos, contó al clausurar el acto que fue capaz de vislumbrar “su rostro brillante, su cara sonrosada y su voz emocionada” el día que la directiva del organismo decidió entregar el premio Fundaluce a una doctora de Murcia y David aprovechó para alzar la mano y reclamar que su ciudad acogiera el encuentro donde se entregara el galardón. No pudieron ni quisieron decirle que no.
El enorme trabajo que ha supuesto durante meses la organización de las jornadas, no impidió que David se acordara de rendir homenaje al desaparecido Luis Berrocal y le entregaron el merecido reconocimiento por iniciar la aventura de Retimur y ser una pieza clave en Farpe a su esposa, Isabel Ros, quien lo recogió emocionada.
Antes, la mesa presidencial del evento ya había dado para mucho. El rector de la UMU fue tan rotundo como de costumbre y expresó que faltan mandatarios políticos que crean en la investigación para avanzar en la cura de enfermedades como la Retinosis Pigmentaria. Por su parte, la consejera de Sanidad anunció la puesta en marcha inminente de un plan de atención integral de las enfermedades raras que incluirá la elaboración de un protocolo para las distrofias de la retina.
Tanto los participantes en la mesa inaugural de las jornadas, como los investigadores que intervinieron tras el descanso, coincidieron en numerosas ocasiones en la necesidad de la simbiosis entre los afectados con sus asociaciones y los científicos para lograr avances que den con una terapia efectiva para las distrofias de retina. “Estas jornadas son básicas, porque esta unión de afectados e investigadores es la única manera de seguir avanzando”, comentó al respecto la consejera.
Los investigadores fueron los protagonistas de la segunda parte de las jornadas. El doctor de la Unidad Genética del Hospital de la Fe en Valencia, José María Millán, incidió en la gran importancia del diagnóstico genético de la enfermedad para cada paciente con el fin de estar preparado cuando llegue la posibilidad de aplicar una terapia efectiva. Por su parte, el profesor titular de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante, Nicolás Cuenca, expuso las distintas terapias que se están probando para las distrofias de retina, entre las que destacó la novedosa alternativa de la Optogenética, un proyecto en el que colabora su equipo de la Universidad alicantina junto con otros científicos franceses, alemanes y canadienses. Por último, la galardonada Elena Rodríguez mostró los últimos datos del ensayo clínico que desarrollan en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia mediante la inyección de células madre en la retina. Se mostró más que cautelosa y advirtió de que es muy prematuro sacar conclusiones, pero también lanzó un mensaje esperanzador al señalar que, aunque ligeramente, parece que algunos de los siete pacientes que participan en el ensayo han mejorado.
La calidad de las ponencias y, sobre todo, la certeza de que se investiga con empeño en la búsqueda de una curación para la RP y otras distrofias de la retina provocaron que los doscientos asistentes a las XVII Jornadas Fundaluce regresaran a sus casas satisfechos y esperanzados, pero también conscientes de que la ilusión de muchos de ellos por recuperar o mejorar su vista no les impide tener muy claro que las cosas que no son tan visibles, como la emoción del doctor Rodríguez o el entusiasmo de David, tienen mucho más valor que lo que se pone ante nuestros ojos. Y que lo más importante es afrontar las dificultades que todos tenemos con gente que “nos ayude y nos soporte”, como expresó David al agradecerle a su mujer Doria y a sus hijas Lucía y María que siempre estén ahí.
Por eso, Albert Español tuvo el acierto de clausurar las Jornadas parafraseando al escritor indio Rabindranath Tagore: “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.